El ministro de Finanzas y presidente del Banco Central en el gobierno de Cambiemos apeló a la táctica habitual de todos los exfuncionarios macristas: diluir el desastre de su tarea en la supuesta larga decadencia económica del país.

Por Andrés Asiain

El ministro de Finanzas y presidente del Banco Central en el gobierno de Cambiemos, Luis Caputo, reapareció públicamente. Una serie de comentarios supuestamente “técnicos” apuntando a mantener hundido el precio de los bonos argentinos fue su primer tanteo de la reacción pública frente a su reaparición. 

Caputo se sumergió luego directamente en una defensa política de su gestión. Una crítica a las restricciones que el FMI le impuso a las intervenciones cambiarias tras el acuerdo de 2018, que derivaron en una extrema volatilidad del dólar, fue la base para descargar en la entonces conducción de ese organismo internacional la responsabilidad de su fracaso . 

Luego acudió a la táctica habitual de todos los exfuncionarios macristas: diluir el fiasco de su tarea en la supuesta larga decadencia económica del país. “Hace 75 años le echamos la culpa a la deuda, el dólar y la inflación”, indicó el denominado por el mercado «Messi de las finanzas», para luego apuntar al “déficit fiscal” como la causa subyacente a todos los males.

El planteo de Caputo muestra como las anteojeras ideológicas de los economistas ortodoxos se imponen a los hechos, aún cuando los viven directamente gestionando la economía. La idea de que el déficit público financiado con emisión monetaria era la causa de la inflación y ésta, de la dolarización, fue la que llevó a tomar deuda externa en los inicios de la gestión Macri. 

Dado que no había apoyo social para un brusco ajuste del gasto público, la forma de estabilizar la economía reduciendo la inflación y las presiones sobre el dólar bajo la óptica ortodoxa, era financiar el déficit con emisión de bonos. Sin embargo, los datos muestran que pese a haber financiado el déficit con deuda en lugar de emisión, la inflación no bajó como tampoco lo hizo la dolarización.

El efecto real de la toma de créditos no era evitar la emisión inflacionaria como planteaba el equipo económico de Macri, sino conseguir dólares para generar cierta estabilidad cambiaria de corto plazo. Los problemas estructurales que habían generado la escasez de divisas en los gobiernos de CFK, asociados a la dependencia de importaciones de energía, insumos y medios de producción, junto a la dolarización del excedente financiero, continuaron intactos. Sin embargo, sus efectos eran neutralizados por la abundancia de divisas que aportaba el endeudamiento.

El argumento de que la deuda se originaba en el déficit público se contradice con las declaraciones del propio Caputo en febrero de 2018 tras la última colocación de bonos en los mercados externos. En ese momento, y ante el ultimátum de los bancos internacionales de que no había más dólares para la economía argentina, señaló que no había necesidad de más colocaciones ya que las necesidades de financiamiento del Estado estaban cubiertas. 

A los pocos meses, una corrida cambiaria le mostró que los créditos no se tomaban realmente para financiar el Estado, sino para cubrir el rojo de divisas del sector privado. Así cerraron después el crédito más grande de la historia con el FMI, que terminó financiando también una histórica fuga de capitales.

@AndresAsiain